Con gusto y placer recorrí los cien relatos que presenta este libro -lo que lo convierte en un monstruo en sí mismo-; a primera vista los relatos de mínima extensión sugieren una lectura inmediata, pero al adentrarse en ellos, los diversos mundos nos obligan a recorrerlos una y otra vez, a reflexionar y a reír. Los relatos se suceden en distintos mundos, variados registros y en situaciones de diverso tenor. Sin hacer una lista exhaustiva encontramos en ellos fantasmas, cabezas cortadas, criaturas en la ruta, monstruos, espectros de antepasados, padres con colas, deep web, criaturas con garras, difuntos y aparecidos, creyentes y aficionados, espíritus, veinticinco fantasmas, velorios de abuelas, una treintena de pies todos desordenados, suicidas, viejos enterrados en sus autos, cumpleaños en cementerios, momias de maestras muertas, aparecidos, muertos con sus fantasmas, rosas del diablo, el más cobarde de los hombres, sicarios, providas, perros del demonio,
ojos únicos, enterradores, dientes enormes, cronogramas voraces, casas infinitas, tumbas sin nombres, verdugos, tenebrosos mundos, víctimas y victimarios, duendes de jardín, cumpleaños de vampiros, arañas infinitas, la cabeza de Medusa, ángeles dementes, hadas etílicas, monstruos marinos, rituales extraños, exorcistas, criptólogos, gente estorbando, cazadores de zombis, hermanos caníbales, destinos malditos, selfies del pasado, moscas escupidoras, animales plateados, cabezas de perros, cuerpos de serpientes y alas de murciélagos.
Además (sí, además) como epílogo encontramos un texto de Fabiola hablando de su literatura y un estudio crítico de Rodrigo Guzmán Conejeros que presenta un análisis notable y nos invita a repensar sobre lo leído.
Un libro ágil, original, de connotaciones variadas; divierte, asusta y hace pensar. ¿Qué más se puede pedir?
Pablo Tolosa es escritor.